Comentarios sobre México y sus políticos

"Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio" (Albert Einstein)

"El castigo que los hombres buenos tienen que pagar por no estar interesados en la política es ser gobernados por hombres peores que ellos mismos" (Platón)

"La derecha cree en el libre mercado, la izquierda en la libertad social, y ambas no se dan cuenta que uniéndose se forma el liberalismo" (Sergio Sarmiento)

sábado, enero 28, 2006

50 COMPROMISOS DE AMLO

El pasado 17 de agosto del 2005 Andrés Manuel López Obrador (AMLO) dio a conocer sus “50 compromisos para recuperar el orgullo nacional”. Ese ha sido su mejor esfuerzo como intento de programa de gobierno en caso de que gane la Presidencia de la República. Para él, en éstos 50 puntos se concentra su “proyecto alternativo de nación”. En las próximas editoriales trataré de ir analizando todos y cada uno de esos 50 puntos así como la explicación que ofrece con mayor detalle en su página oficial (http://lopezobrador.org.mx/50compromisos/index.php). ¿Son viables? ¿Puede el Presidente, el Poder Ejecutivo, unilateralmente cumplir esos compromisos? ¿Son la solución para que México salga del atraso y la pobreza? ¿Realmente es un proyecto nuevo y alternativo de nación?

“1.- Empezaremos a pagar la deuda histórica que tenemos con las comunidades indígenas. Se combatirá la discriminación y la pobreza. Reconoceremos los derechos de los pueblos indígenas y se cumplirán los acuerdos de San Andrés Larráinzar.”

El tema indígena es algo muy extenso, contiene muchas aristas muchas de las cuales se contraponen entre si. En su página de Internet, AMLO hace una extensa descripción de la situación actual de los indígenas, menciona algunas causas históricas, la discriminación que han sufrido por siglos, la pobreza, el retraso, etc. Hace algunas propuestas y compromisos, entre ellos cumplir al pie de la letra, hacerlos ley, los acuerdos de San Andrés Larráinzar. ¿Cómo lo va a lograr? Ese asunto, reformar la Constitución y las leyes para cumplir eso es prerrogativa exclusiva del Congreso. Fox ya lo hizo y el Congreso modificó la Constitución para reconocer la existencia de los pueblos indígenas como parte del pueblo mexicano. AMLO no puede prometer algo que no estará en sus manos cumplir. Como ya lo hemos comentado en varias ocasiones, gane quien gane tendrá un Congreso opositor. Además, para reformar la Constitución también se requiere que la mitad mas uno de los Congresos estatales aprueben esos cambios.

Por otro lado, AMLO olvida que la población indígena es minoría, incluso entre los más pobres del país. Suponiendo que los aproximadamente 10 millones de indígenas estén en la extrema pobreza (lo cual es prácticamente cierto), aún así serían solo el 25% de los aproximadamente 40 millones de mexicanos que están en las mismas condiciones. En algunos pueblos indígenas es uso y costumbre que las mujeres sean tratadas como objetos, que no tengan voz ni voto en las decisiones de la comunidad, ¿cómo será eso compatible con las leyes mexicanas? ¿Los usos y costumbres de una población estarán por arriba de las garantías individuales? No sólo los indígenas tienen usos y costumbres. Si se les da el derecho a los indígenas a regirse primero por sus usos y costumbres antes que por las leyes de todos los mexicanos, cualquier grupo de ciudadanos podrá exigir el mismo derecho, como hacerse justicia por su propia mano. ¿Qué paso en Tláhuac? ¿No dijo el propio AMLO que “con los usos y costumbres del pueblo es mejor no meterse”?

Otorgarle tanto poder a los líderes caciquiles indígenas, como sucedería si se aprobaran los acuerdos de San Andrés al pie de la letra, simplemente sumiría a los indígenas a una mayor pobreza. De hecho AMLO propone cancelar el programa PROCEDE (con el cual el Gobierno Federal está entregando títulos individuales de propiedad a tierras ejidales y comunales por todo el país) en todas las regiones indígenas. ¿Y si un indígena quiere sus tierras de manera individual pero el resto del grupo las quiere comunales qué se hará? AMLO en su página afirma también que los indígenas hacen un mejor uso de los recursos naturales, y que “después de haber logrado con sus conocimientos ancestrales preservar la naturaleza” ahora los expulsan de sus tierras por decretos de reservas biológicas. Con actividades agrícolas básicas, en tierras comunales, y siguiendo usos y costumbres, nunca saldrán los indígenas de su pobreza. Las sociedades agrícolas hace siglos que ya pasaron a 2º y 3er término de importancia económica. Hoy en día ni siquiera la manufactura es lo que genera más riqueza, son los servicios donde está el futuro. Intentar preservar la forma de ganarse la vida de los indígenas, se contrapone con el interés de sacarlos de la pobreza. Una cosa es preservar su idioma, su forma de vestir, o su religión, cosa que no se discute, y otra querer preservar sus formas ancestrales de ganarse el sustento y al mismo tiempo sacarlos de la pobreza.

2.- “Estableceremos como se hizo en el Distrito Federal, el derecho a la pensión alimentaria para todos los adultos mayores de 70 años.”

En su página de Internet, AMLO no explica por ningún lado de dónde obtendrá los recursos para garantizar una pensión alimentaria para todos los adultos mayores de 70 años en México. Muchas personas no entienden que esta propuesta es populista no por el hecho de dar dinero a alguien que si lo requiere, sino por el origen de los recursos para sostener ese programa a lo largo del tiempo. Sin lugar a dudas existe mucha pobreza y marginación entre la población mayor de 70 años en nuestro país. Eso no se discute. Tampoco se discute que el Estado tiene que hacer algo para ayudar a esas personas, a nuestros abuelos. El populismo radica en que no dice de donde obtendrá el dinero para satisfacer ese gasto social. La población mayor de 70 años irá creciendo año con año, por lo que el dinero destinado a ese rubro crecerá exponencialmente. ¿De dónde saldrá el dinero? ¿Más impuestos? ¿Deuda pública? AMLO usa como ejemplo a varios países desarrollados que tienen ese tipo de pensiones universales, pero no dice que esos países están revisando esos programas porque se están volviendo financieramente insostenibles. Y tampoco dice que si en esos países existe ese tipo de programas es porque son países desarrollados, ricos, que durante décadas ahorraron mucho como pueblo y que hoy todavía pueden darse esos lujos. Esta promesa no la puede cumplir, y si lo hace, quizá nos endeude o nos aumente impuestos, no hay de otra.

3.- “Otorgaremos becas a todos los discapacitados pobres.”

¿Y los discapacitados de clase media o alta? ¿Por qué las pensiones para adultos mayores de 70 años si serían universales, para ricos o pobres, y las becas para discapacitados sólo para pobres? En lo personal me parece muy bien que sólo sean para los pobres, para los que verdaderamente lo necesitan, pero la incongruencia respecto a las pensiones para los mayores de 70 años es muy evidente. Y nuevamente no dice, por ningún lado, de dónde obtendrá los recursos para sostener este gasto social a lo largo del tiempo. Sonaría más lógico si fueran beca-créditos, donde los beneficiados regresaran al menos una parte de lo que reciban cuando logren mejorar su nivel de vida por dicho apoyo.

4.- “Haremos efectivo el derecho Constitucional a la atención médica y a los medicamentos gratuitos.”

Puros “ques” y ningún “como”. ¿De dónde sacará el dinero? Ni siquiera menciona cuando miles de millones de pesos requeriría el Gobierno Federal para cumplir este compromiso. El PRD y AMLO están apoyando a Vega Galina, dirigente del sindicato del IMSS, pues ya le ofrecieron una senaduría plurinominal, lo cual nos indica que no piensan eliminar o al menos reducir los excesivos beneficios que tiene ese sindicato y la sangría al instituto continuara en detrimento de la atención médica y compra de medicinas para los derechohabientes, que estamos pagando por esa atención, no es gratis para quienes cotizamos en el IMSS. Con esa mentalidad nunca habrá dinero suficiente en el Gobierno Federal (sin más impuestos o deuda) para cumplir este compromiso. Y afirmar que reduciendo el sueldo a los burócratas de primer nivel, cancelando las pensiones a los expresidentes, y combatiendo la corrupción (como la combatió con Bejarano y compañía) es una falacia. En este mundo no hay nada gratis. Es un mentiroso quien prometa atención médica y medicamentos gratuitos, alguien pagará por eso, a alguien le costará. AMLO tiene que explicar quien cubrirá esos gastos.

5.- “Garantizaremos que el aumento al salario mínimo esté por encima de la inflación.”

En este punto si se vio mesurado. Yo hubiese esperado una promesa populista más, como las 4 anteriores, pero este compromiso no es ni populista ni imposible. Tan es así, que es algo que el Gobierno Federal ha cumplido en los últimos años. Los aumentos al salario mínimo han estado por arriba de la inflación. Es cierto que no alcanza para mucho, pero hay que recordar que la pérdida del poder adquisitivo que ha sufrido fue causada por los pésimos manejos económicos, populistas, de la “docena trágica” (1970-1982), con las tremendas inflaciones de hasta 3 dígitos de los 80’s. Así es, propuestas como los primeros cuatro compromisos, sin fundamento financiero, causaron las grandes crisis que sufrimos y que llevaron a una pérdida del poder adquisitivo de todos los mexicanos.

6.- “Daremos certidumbre a los fondos de pensiones y revisaremos la edad de jubilación sin afectar derechos adquiridos por los trabajadores.”

Otro compromiso incosteable. Afirma que dará certidumbre a los fondos de pensiones pero sin afectar los derechos adquiridos por los trabajadores del IMSS y del ISSSTE. ¿Entonces quién pagará o de dónde saldrá el dinero para garantizar esos fondos de pensiones? No hay lonche gratis. AMLO en su página afirma que las causas del problema financiero no son “por los beneficios “exorbitantes” que han obtenido los sindicatos a través de sus Contratos Colectivos”, sino por que en los últimos 5 años el número de afiliados al IMSS ha permanecido prácticamente igual y el poder adquisitivo se ha reducido en los últimos 20 años, lo cual ha disminuido el ingreso del instituto. Puede tener razón en lo anterior, pero lo que no se vale es que la institución y su sindicato no hayan sido flexibles para manejar esa problemática ajena al mismo. No, al contrario, en los últimos 20 años las canonjías del sindicato aumentaron. Eso no se vale. Y ahora con Vega Galina como senador por el PRD las cosas no mejorarán si gana AMLO.

7.- “Suprimiremos las pensiones millonarias de los ex presidentes de México.”

Puro populismo y demagogia. Es cierto que son excesivas, que tienen que revisarse, pero no se vale que AMLO use este asunto como una fuente posible de mayores ingresos para el gobierno para cubrir sus otros compromisos. Ni cancelando al 100% el gasto en expresidentes ni reduciendo el sueldo a la mitad a todos los funcionarios federales de mayor nivel será suficiente para cubrir uno sólo de los compromisos arriba mencionados. Este rubro hay que revisarse, pero no se pueden dejar a los expresidentes sin pensión y sin protección. Es mucha la información confidencial que manejan durante su periodo y si su futuro económico no queda garantizado, la tentación para beneficiarse personalmente durante su gobierno sería mucha. Si así se han enriquecido (Salinas) o al menos han creado contactos para sostenerse (Zedillo), ¿si no hubiera pensiones? Y si llegara un presidente (que ya nos urge) que ataque frontalmente al crimen organizado, a la corrupción, ¿no estaría su vida en riesgo después de dejar el poder?

Se me terminó el espacio, pero seguiremos analizando estos 50 compromisos de AMLO. Ojalá que todos los mexicanos hiciéramos este tipo de análisis para decidir nuestro voto.

viernes, enero 20, 2006

¡ARRANCAN LOS ROCINANTES!

Este 19 de enero iniciaron, oficialmente, las campañas rumbo a las elecciones presidenciales del 2 de julio. Van a ser 5 meses muy largos, llenos de conflicto, dimes y diretes, descalificaciones, ataques, videos, periodicazos, trapitos sucios expuestos al sol, y muchas cosas que ahora ni se nos ocurren. La caballada está muy flaca, la verdad nos están pidiendo escoger, de entre lo malo, lo menos peor. Aunque son 5 los candidatos (Andrés López, AMLO, por el PRD-PT-Convergencia; Felipe Calderón, FC, por el PAN; Roberto Madrazo, RM, por el PRI-PVEM; Roberto Campa, RC, por el PANAL; y Patrica Mercado, PM, por el PASC), realmente sólo son 3 quienes tienen posibilidades reales de ganar esta elección: AMLO, RM o FC.

A diferencia de hace 6 años, los candidatos inician esta contienda muy parejos. En enero del 2000 Labastida tenía en algunas encuestas casi 20 puntos porcentuales más que Fox, y ya todos sabemos como terminaron las cosas. El Norte publicó una encuesta donde muestra a AMLO con el 34% de la intención del voto, FC con el 26%, y RM con el 22%. Dicha encuesta tiene un margen de error de +/-2.7%, y sólo contempla a las personas que dijeron que si tenían intenciones de acudir a las urnas el próximo 2 de julio, por lo que el abstencionismo esta mas o menos cubierto, son votos efectivos. Hubo un 15% de encuestados que no contestaron o dijeron que no tenían decidido su voto, pero que si tenían pensado ir a votar, por lo que la moneda está en el aire, esos indecisos determinarán la elección.

Otro factor importante a considerar es que el puntero, AMLO, es quien menor “voto duro” tiene, es decir, la proporción de gente que hoy dice que votará por él, y que no cambiará su preferencia en los próximos 5 meses así vea un video de su candidato robando o matando a alguien, es muy pequeña. RM, el PRI, es quien tiene el “voto duro” más grande, y en segundo término el PAN con FC. Así las cosas, con tantos indecisos, con 5 meses de campaña por delante, y con mucho voto “volátil” con AMLO y FC, nada está dicho. Cualquier error, cualquier escándalo que salga a la luz pública, puede cambiar todo el escenario.

Otro punto digno de comentar es que, por vez primera en la historia política reciente de México, el PRI y su candidato no inician la campaña como los favoritos, vaya, ni siquiera están en segundo lugar. No podemos decir que el PRI está en sus últimos momentos, o que si termina así la elección, en un 3er lugar, desaparecerá como partido, pero si podemos afirmar que ya no es el partido hegemónico que siempre ha sido. Seguirá teniendo mucho poder, pues aún gobierna muchos estados y municipios de la República, contará con muchos diputados y senadores (aunque seguramente no tendrá mayoría absoluta en ninguna de las dos cámaras, y probablemente ni siquiera sea ya la primer mayoría), y, sobre todo, seguirá controlando muchos sindicatos y organizaciones caciquiles, pero si no repunta en esta elección, ya no volverá a ser un partido hegemónico, todo poderoso. Ningún partido lo será, pues aunque gane AMLO con la alianza entre el PRD-PT-Convergencia, nadie asegura que esa alianza continúe una vez pasadas las elecciones.

Por eso, desde hace varios meses, he venido diciendo en este espacio que gane quien gane el 2 de julio nadie lo hará con la mitad más uno de los votos. Vaya, puedo afirmar que quien gane ni siquiera pasará del 40% de los votos. De hecho, la intención del voto para elegir a los diputados de la alianza que impulsa a AMLO cae hasta un 26% respecto al 34% que tiene el candidato presidencial. Los mexicanos, aunque todavía con muchas deficiencias culturales e idiosincrásicas, hemos cambiado para bien. Cada vez hay menos gente que acepta que le den “atole con el dedo”. El hecho de que exista una marcada diferencia en la intención del voto entre el candidato a la presidencia y los legisladores nos muestra que un buen porcentaje de quienes hoy dicen que votarán por AMLO no le extenderán un cheque en blanco, que no confían plenamente en él, y que buscarán un Congreso que no le sea fiel. Por lo tanto, mi pronóstico para los próximos 6 años sigue siendo el mismo: parálisis legislativa y un mediocre avance en el mejor de los casos.

Realmente urge que se modifique la manera en que se conforma al Congreso en México, la manera en que se eligen y escogen a los diputados y senadores. Cada vez es más evidente que el Congreso tiene más fuerza, más poder, igual o mayor inclusive que el Ejecutivo, que el Presidente. Eso no es malo, incluso es lo ideal. Se supone que el Congreso representa al pueblo y si el Congreso es quien lleva la batuta en éste país, eso es bueno. Lo malo es que hoy en día el Poder Legislativo no representa al pueblo de México, representa a los partidos políticos con registro. Hoy todavía no tenemos una democracia plena, tenemos una partidocracia. Es evidente que ésta seguirá controlando el destino de todos nosotros, sobre todo cuando vemos los pleitos al interior de los partidos, de las alianzas, para determinar la lista de senadores y legisladores plurinominales, esos que no son votados directamente por los ciudadanos, sino que son escogidos de listas que las cúpulas de los partidos entregan al IFE. Listas donde se reparten cuotas de poder, para satisfacer compadrazgos, nepotismos, y todo lo peor que hay en todos los partidos. Vemos como el reciclaje de viejos cuadros continua, no hay renovación en los partidos. De esas listas de plurinominales saldrán los líderes de bancada, los presidentes de comisiones, los miembros de las mesas directivas de cada cámara. Los demás legisladores, esos que si son votados directamente por nosotros, los ciudadanos, son sólo carne de cañón, borregos, viles peones, de los intereses de las cúpulas partidistas, de sus intereses particulares.

Reitero mi propuesta para todos aquellos que estén asqueados del sistema político mexicano. Lo peor que pueden hacer es abstenerse de votar, dejar que otros decidan por ustedes. Sin embargo si usted, estimado(a) lector(a), es de los que no quiere rebajarse a intentar escoger al menos peor de entre los rocinantes que nos han presentado como opción, considere la opción de ir a votar, no abstenerse, pero anular su voto. Hay ya mucha gente que estamos considerando esa opción ante las malas opciones presentadas y, sobre todo, porque aunque alguno fuera muy bueno y ganase, el Congreso seguirá siendo un obstáculo mientras siga en manos de los partidos. Para más información acudir a la siguiente página: www.anula-tu-voto.org.mx

Sin embargo, si usted si quiere escoger a alguna de las opciones, hoy existen muchas fuentes de información que puede consultar para hacer un voto razonado, con la cabeza y no con las tripas. Una fuente de información que me parece buena es www.lupaciudadana.com.mx, por la objetividad e imparcialidad de quien la dirige, Enrique Krauze. El objetivo de esa página será evaluar todas o la mayoría de las declaraciones, discursos y propuestas de los 3 candidatos principales, y confrontarlas con análisis y opiniones de expertos en esos temas para ver si son factibles, posibles de implementar, o simplemente es verborrea, palabrería, de los candidatos. Durante los próximos 5 meses me apoyaré en esa página para respaldar mis análisis personales sobre los candidatos y sus propuestas. Ojalá todos puedan hacer lo mismo, informarse, analizar las propuestas y deducir si son posibles o no. Incluso, puede haber propuestas que sin son posibles que el próximo Presidente pueda llevar a cabo, pero entonces hay que analizar si esa propuesta representaría un avance o un retroceso, causaría más daños que beneficios. Recordemos que no hay lonche gratis, todo tiene un costo. No hay propuesta, cambio, que beneficie a algunos sin perjudicar a otros. Hay que buscar las soluciones que maximicen los beneficios para la mayoría, minimizando los costos, sobre todo, beneficios de mediano y largo plazo.

De entrada, para mi, nos han puesto a elegir entre el malo, el peor y el desconocido. AMLO, por su pasado priísta, por la inconsistencia e inviabilidad de sus propuestas, por su pueril estrategia de hacer siempre la víctima, por sus nexos con sectores corruptísimos del PRD capitalino (Bejarano, Ponce, Ahumada, Ímaz, y compañía), por su populismo barato de los 70’s, por su poca preparación académica, por estarse rodeando de ex-priístas (Monreal, Cota, entre otros) y ex-salinistas (Camacho, Ebrard, entre otros), por sus mentiras (“denme por muerto”), por la falta de transparencia en su administración en el DF (¿por qué no abren los expedientes de los contratos de los 2os pisos?), por el incremento de los ambulantes, de los taxistas piratas, y de la delincuencia en el DF en los últimos 5 años, por todo lo anterior y muchas otras cosas, lo considero el malo. En los últimos días se ha discutido que en Latinoamérica está ganando la izquierda (Lula en Brasil, Kirchner en Argentina, Lagos y ahora Bachelet en Chile) y que en México también lo haría si AMLO gana. Ojalá ganara un partido, un candidato, de izquierda en México. Pero una izquierda moderna, realista, preparada, como el PSOE en España, el Laborismo inglés, o Lagos y Bachelet en Chile. Ni el PRD ni AMLO son de izquierda. Son, cuando mucho, un populismo nacionalista trasnochado. Una mala (¿o buena?) copia del PRI de la “docena trágica” (1970-1982).

AMLO inició su campaña criticando a Fox por haberle copiado su programa de pensiones a adultos mayores. Afirmó que Fox era un hipócrita porque en su momento dijo que era un programa populista y que ahora se lo copiaba. O es un ignorante o nos quiere tomar por ignorantes. Quienes en su momento criticamos al programa de pensiones de AMLO en el DF no lo hicimos porque darle una pensión digna a los adultos mayores sea malo o populista. El populismo de ese programa no radica en querer ayudar a los ancianos necesitados. Radica en que no tiene fondos para sustentarse en el futuro, así como esta diseñado llegará un momento en que el GDF no tendrá dinero y se verá obligado a reducir el monto o cancelar el programa. Para entonces AMLO ya estará en la presidencia, al menos ese es su plan. El programa que aparentemente esta implementando el gobierno federal es distinto, pues no aplica para el 100% de la población mayor de determinada edad, no es universal, sino que sólo aplica para quienes ya están registrados en el padrón del programa de Oportunidades y se fondearía con recursos para tal propósito. Populismo no es darle a los pobres o a quien más lo necesite. Populismo es darle hoy algo a los pobres, financiado con deuda o con impresión de dinero sin respaldo, para obtener un beneficio político en el corto plazo, aunque en el mediano o largo plazo esos pobres sigan igual o peor que antes. Si alguno de ustedes tiene ideología de izquierda y por eso quiere votar por AMLO, le comento que lo están engañando. Si quiere votar por alguien de izquierda mejor hágalo por Patricia Mercado del PASC, de lo contrario estaría votando por un hijito de Echeverría y de López Portillo.

Madrazo es el peor del trío. Todo lo malo que describí de AMLO Madrazo aplica y con el doble o triple de ejemplos. La verdad ni vale la pena desgastar las teclas de mi computadora para dar razones de por qué no votar por RM. Quien vaya a votar por el PRI o tiene/busca hueso o de plano no sabe en qué país vive ni conoce la historia de México. ¿Alguien me puede dar una sola razón para votar por RM? Si se sienten priístas de corazón y creen que hay algo rescatable en ese partido, pues ahí esta la opción de Roberto Campa, con el PANAL. De él a Madrazo, mil veces Campa.

Y Calderón es el desconocido. Tiene muy poca, por no decir nada, experiencia como servidor público. Lo cual puede ser muy bueno o muy malo, todo depende del cristal con que se mire. Tiene si, en cambio, mucha trayectoria dentro del PAN. Es un panista de hueso colorado, de toda la vida. Nació y creció dentro del panismo. Sin embargo su paso por el Congreso, así como funcionario público dejó más dudas que respuestas. ¿Aplicaría aquí lo opuesto al dicho “más vale malo por conocido que bueno por conocer”? El malo y el peor son de sobra conocidos, podríamos predecir con bastante exactitud como serían sus gobiernos, quienes estarían en sus gabinetes. ¿Queremos realmente eso? El desconocido, por más malo que pudiera salir ya en la práctica, dudo que sea peor que Fox, algo que no puedo afirmar de AMLO o de RM.

Pero la decisión es de cada elector, al final de cuentas todo se reducirá a millones de decisiones individuales en una mesita con mamparas y cortina. Hagamos nuestra parte. Investiguemos, informémonos, analicemos todo y a todos.


Dany Osiel Portales Castro
Monterrey, NL, México
unete@anula-tu-voto.org.mx

http://editorial-danyportales.blogspot.com/
http://www.anula-tu-voto.org.mx/
http://no-al-populismo.blogspot.com/

"Es mas fácil desintegrar un átomo que un prejuicio" (Albert Einstein)
"La vida es muy peligrosa. No para las personas que se hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa". (Albert Einstein)
"La inteligencia de un ser humano se mide exactamente por la cantidad de felicidad que este pueda crear para el y para los demás" (Germán Dehesa)
"El castigo que los hombres buenos tienen que pagar por no estar interesados en la politica es ser gobernados por hombres peores que ellos mismos" (Platón)

domingo, enero 15, 2006

LA MENOR INFLACIÓN EN MÁS DE TRES DÉCADAS

La semana pasada se dio a conocer la inflación oficial registrada durante el 2005, 3.33%, la más baja en más de tres décadas, desde 1969 cuando se empezó a medir con el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC). Las estimaciones para este año, aunque superiores a lo registrado el año pasado, siguen siendo por debajo del 4%. Al menos dos generaciones de mexicanos nunca habíamos vivido un periodo tan largo (más de 5 años) con inflaciones de un dígito. Sólo aquellos que empezaron su vida laboral en los 60’s o antes pueden recordar una época con mayor estabilidad. Estamos hablando de personas con más de 50 años de edad, alrededor de un cuarto de la población o menos. Y, aunque lo recuerden, sin lugar a dudas tienen más frescos los terribles recuerdos de los 70’s, 80’s y 90’s con inflaciones de hasta 3 dígitos, cuando el poder adquisitivo de los mexicanos casi desapareció.

A pesar de que fue una excelente noticia, sobraron las voces que han ninguneado, despreciado, ese indicador. Para algunos la inflación baja no es suficiente y se enfocaron en el bajo crecimiento del país, en la baja creación de empleo. Otros demeritaron la noticia descalificando al indicador, afirmando que la realidad es distinta en el bolsillo de los trabajadores, que el métrico esta manipulado, “maquillado” por el gobierno para dar cuentas alegres. No sé que opinen quienes tienen más de 50 años y si se acuerden de otras épocas con estabilidad de precios, pero yo, que nací y he vivido siempre entre crisis económicas, los últimos años han sido muy buenos comparados con los 80’s y 90’s que recuerdo muy bien. Una baja inflación no es causa suficiente para disminuir la pobreza, pero si es necesaria, indispensable para lograrlo. El país podría tener crecimientos anuales de su PIB de 10 o 20%, pero si la inflación es del mismo orden o incluso superior, los precios de bienes y servicios siempre vencerán a los salarios de los trabajadores, de los más pobres, y su nivel de vida se degradaría. Ya lo hemos vivido, ¿por qué hay gente que todavía insiste en regresar a esos modelos económicos probados y fallidos? La única respuesta con sentido que se me ocurre es que no les conviene reducir la pobreza, al contrario, quieren seguir administrándola, que los pobres existan para que ellos puedan acceder y/o conservarse en el poder.

Como lo comenté en mi editorial anterior, el crecimiento económico y, por consiguiente, la creación de empleos, sólo se dará cuando el país reúna ciertas características, un marco legal, las reformas estructurales, que permitan aumentar la inversión productiva, la que genera empleos. Pero dicha inversión no puede venir del gobierno, como algunos proponen, pues los ingresos del gobierno vienen de los impuestos y por ende están restringidos o acotados por el mismo tamaño de la economía que es lo que se intenta hacer crecer. Se caería en una paradoja, ¿qué es primero, el huevo o la gallina? ¿El gasto del gobierno o el crecimiento de la economía? Hoy la mayoría de las condiciones económicas, de las variables, están dadas para mantener a la economía aletargada o con un muy magro crecimiento. De hecho, el crecimiento marginal que hemos tenido en los últimos 5 años (2.6% en promedio) se ha dado principalmente por el “jalón” que nos ha dado la economía estadounidense en el 2004 y 2005, así como el elevado precio del petróleo que ha aumentado el gasto gubernamental, y el incremento de las remesas de los paisanos, que en el 2005 también fueron record (más de 20 mil millones de dólares). Si no fuera por lo anterior nuestra economía estaría en serios aprietos.

Algunos se quejan, sobre todo los empresarios exportadores, que la fortaleza del peso nos resta competitividad, que se debería devaluar la moneda para “empujar” las exportaciones. Para empezar, el gobierno ya no tiene tanto poder sobre el tipo de cambio. Es el Banco de México (BM), una institución autónoma, quien pudiera influir en el mismo. Sin embargo, en un régimen de libre flotación una de las principales maneras para depreciar el tipo de cambio es comprando dólares, y paradójicamente hoy en día las reservas están en el orden de los 70 mil millones de dólares, otro record histórico. El BM ya no puede aumentar sus reservas, al contrario, en los últimos dos años ha intentado mantenerlas en ese nivel, vendiendo dólares al mercado. De hecho, hay analistas financieros que afirman que si el BM no hubiese acumulado tantos dólares hoy el tipo de cambio estaría mucho más bajo inclusive. Sin embargo, si a pesar de lo anterior, se forzara una devaluación, ésta sólo beneficiaría de manera temporal al sector exportador y principalmente a los empresarios, a los dueños del capital, pues como ya lo hemos visto en muchas ocasiones en las casi 4 décadas anteriores, después de una devaluación la inflación se dispara, pues muchos productos son importados o usan precios internacionales en dólares como referencia. Lo último en aumentar, como siempre, serían los salarios, empobreciendo más a la mayoría de la población, pues al final de cuentas todos somos consumidores.

El BM tampoco puede reducir la tasa de interés (para el caso de nuestro economía es el famoso “corto”, que no es otra cosa que “sacar” dinero circulante de la economía, hacerlo más escaso y, si algún banco lo desea, lo obtendría a una tasa de interés mucho mayor) rápida o drásticamente, pues una tasa de interés baja aumentaría el consumo, la demanda, y la oferta no es tan elástica, lo cual resultaría en un aumento de precios generalizado: inflación. Además, las tasas de interés en la mayor parte del mundo, pero principalmente en EU, nuestro mercado de referencia, están en un ciclo alcista, lo cual imprime presión a la alza a nuestras tasas internas. Así las cosas, el margen de maniobra para generar un crecimiento de la economía, con las variables, el marco legal y financiero, vigentes es muy reducido, por no decir nulo.

Otra variable que afecta enormemente el crecimiento de nuestra economía es el precio de la energía, electricidad y combustibles. Lamentablemente en nuestro país el precio de esos insumos se rige más por cuestiones políticas que por estrategia económica. Los ingresos de PEMEX y CFE, las principales paraestatales del Estado, y también las principales fuentes de recursos para el gobierno, están determinados por el Ejecutivo y el Congreso. Muchos empresarios piden precios bajos, subsidiados respecto a los precios internacionales, para aumentar artificialmente su competitividad. Sin embargo, el gobierno nunca hará eso, no con las reglas del juego actuales. Subsidiar a los empresarios con precios bajos de gas, gasolina y electricidad, implicaría una reducción sustancial en los ingresos gubernamentales, los cuales no han dejado de ser un botín de los partidos políticos desde siempre. Los partidos políticos, que controlan al Congreso, cada vez exigen una mayor tajada del pastel, mas recursos para sus partidos, para sus grupos de poder, para sus sindicatos, para sus fines e intereses particulares, y no están interesados, por lo que hemos visto durante los debates presupuestales en los últimos 5 años, en hacer algo para que la economía crezca.

El tamaño de “la cobija” presupuestal ya está determinado, es fijo, y no puede crecer de la noche a la mañana. Aumentar impuestos no es una opción, sería un suicidio, pues mataría la poca inversión productiva (extranjera o nacional) que todavía tenemos. A mayores impuestos la recaudación disminuye, aunque para algunos suene paradójico, pues la inversión se detiene, hay menor crecimiento, y la evasión aumenta, el sector informal crece. Si ya conseguimos la estabilidad de precios, una inflación baja, y lo que queremos es crecimiento económico, éste debe lograrse generando un circulo virtuoso, auto sustentable, en la economía. Dicho impulso inicial debe darse de tal forma que no genere un desequilibrio en el mediano plazo. Una devaluación forzada, o subsidiar los energéticos no son la respuesta. Tampoco elevar el gasto social, aunque sea respaldado con los altos ingresos petroleros y no con deuda, es una respuesta que garantice un crecimiento sostenido, pues dicho gasto sólo genera un bienestar temporal en ciertos sectores de la población (como ya sucedió en los 70’s y principios de los 80’s), incrementando la demanda pero no la oferta, causando inflación.

Programas sociales como Oportunidades, subsidios directos a productores de ciertos bienes básicos, principalmente agrícolas, el gasto en pensiones para adultos mayores sin sustento financiero, altas pensiones y sueldos de los burócratas, así como un exceso de los mismos, entre otros programas de “gasto social” es lo que está ahogando las finanzas del gobierno, y no genera un crecimiento sostenido de la economía. Sin embargo, paradójicamente, son esos rubros en los que el gobierno y el Congreso han aumentado el gasto en los últimos años. Nuestro país está sumergido en el síndrome conocido como “mal holandés”, en el cual países altamente exportadores de recursos naturales, que no adoptan medidas económicas para evitar la sobre valuación de sus monedas y la consecuente pérdida de competitividad de su sector productivo, se condenan al estancamiento, la desigualdad y la pobreza. Hoy tenemos un superávit comercial o financiero, pues ingresan más dólares a nuestra economía que los que salen. Eso no estaría tan mal si dicho desbalance fuera por venta de productos con valor agregado, que generaron empleo en nuestra economía. Pero no es así, entran más dólares por la venta de una materia prima, casi sin ningún valor agregado, el petróleo, y por la “venta” de mano de obra a EU, los paisanos que envían remesas.

Ese superávit tampoco estaría tan mal si dichos ingresos extraordinarios se usaran para generar empleos, inversión productiva, en nuestro país. Pero tanto los ingresos adicionales del gobierno por los altos precios de petróleo, como las remesas que envían los paisanos a sus familiares, se usan en su mayoría para gasto no productivo (sueldos y pensiones de burócratas, subsidios, y programas asistenciales en el caso del gobierno, y compra de bienes básicos en el caso de los familiares de paisanos), lo cual aumenta la demanda de bienes y servicios, manteniendo la oferta interna (empresas nacionales) casi intacta. Si no fuera porque muchos productos extranjeros ya son importados y comercializados libre y legalmente, y porque todavía hay mucho contrabando, que cubren esa demanda agregada, la inflación no estaría tan baja.

Tampoco estaría tan mal si una buena parte de dichos ingresos extraordinarios y temporales (petróleo y remesas) se ahorraran en lugar de gastarse. Dicho ahorro forzaría las tasas de interés a la baja, no aumentaría la demanda de bienes y servicios de manera significativa, lo cual podría impulsar la economía al reducir la tasa interna de retorno (TIR en español, ROI en inglés) con la cual se justifican los proyectos productivos que son los que generan empleo y crecimiento económico.

En resumen, el gobierno debería destinar los ingresos adicionales, por los altos precios del petróleo, íntegra y exclusivamente a proyectos productivos, no ha gasto social. Una buena parte podría ser destinada a obras de infraestructura que nos vuelvan más productivos como país (aeropuertos, puertos marítimos, carreteras, puentes, presas, etc.). Otra buena parte debería ser usarse para otorgar créditos “blandos” a micro y pequeños empresarios para que generen empleos. Pero créditos, que se tengan que pagar, no subsidios que sean un pozo sin fondo. Y otra buena parte debería quedarse en PEMEX para renovar su infraestructura y aumentar la exploración y producción. También deberían usarse esos ingresos altos, pero temporales, del petróleo para respaldar una reforma fiscal integral que disminuya el ISR y generalice el IVA. En el corto plazo se podría dar una reducción de los ingresos del gobierno, los cuales se cubrirían con esos excedentes petroleros. Pero en el mediano y largo plazo, dicha reducción en el ISR, con una simplificación en su cálculo (nulas exenciones y excepciones) aumentaría las inversiones productivas, el crecimiento de la economía, y por ende la recaudación del gobierno (como ya se ha probado en naciones exitosas como Irlanda o Chile). Solamente así, atacando varios frentes a la vez, pero siempre privilegiando o incentivando la inversión productiva (nacional o extranjera, no importa mientras generen empleos y paguen sus impuestos), es como se podría dar un crecimiento alto y sostenido de la economía sin volver a caer en las crisis devaluatorias e inflacionarias del pasado.

Estimado(a) lector(a), ¿te has preguntado quién de los 3 candidatos a la Presidencia está ofreciendo una solución realista y viable para incrementar el empleo, los salarios y la economía del país? El futuro del país está en manos de nosotros, de los electores. Votemos con la cabeza, no con el corazón o las tripas.


Dany Osiel Portales Castro
Monterrey, NL, México
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"Es mas fácil desintegrar un átomo que un prejuicio" (Albert Einstein)

"La vida es muy peligrosa. No para las personas que se hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa". (Albert Einstein)

"La inteligencia de un ser humano se mide exactamente por la cantidad de felicidad que este pueda crear para el y para los demás" (Germán Dehesa)

"El castigo que los hombres buenos tienen que pagar por no estar interesados en la politica es ser gobernados por hombres peores que ellos mismos" (Platón)

jueves, enero 05, 2006

SALARIO MÍNIMO Y CRECIMIENTO ECONÓMICO

En el pasado mes de diciembre, justo antes del periodo vacacional, se dieron a conocer los incrementos a los salarios mínimos en las 3 zonas en las que se divide, para tal efecto, el país. Los nuevos mini-salarios, que se hicieron efectivos el pasado 1º de enero, pasaron de 46.80 a 48.67 pesos en la zona A, de 45.35 a 47.16 pesos en la zona B, y de 44.05 a 45.81 pesos en la zona C. La mayoría de los medios de comunicación, electrónicos y escritos, así como políticos y analistas dedicaron amplios espacios para criticar el magro aumento. Se enfocaron en lo obvio: un sueldo de $340.69 pesos por semana (zona A) es insuficiente para cubrir todas las necesidades de una familia. Sin embargo, creo que es necesario hacer un análisis más profundo de este tema antes de recurrir al simplismo barato para descalificar al de enfrente sin ganas de abordar el tema objetivamente para buscar una solución de raíz al problema de los bajos salarios en México.

En el 2000, el 53.7% de los mexicanos eran pobres, de los cuales casi la mitad (24.2% del total de la población) vivían en la miseria. Para el 2004, estas cifras se habían reducido a 47 y 17.3% respectivamente. Hay que aclarar que dicha reducción se logró no por una mejoría sustancial en la economía del país, sino por un incremento en el gasto gubernamental (programa Oportunidades, principalmente) y sobre todo por un incremento significativo de las remesas de los mexicanos que trabajan en EU. Muchos se quejan de los salarios mínimos, sobre todo los “intelectuales”, “analistas políticos”, y políticos de oposición, de su insuficiencia, pero hay que puntualizar que la gran mayoría, por no decir todos, de los mexicanos en la miseria, así como una buena parte de quienes están en la pobreza, no tienen acceso a un puesto de trabajo formal donde, al menos, les paguen el mínimo. Y es que en un empleo formal, el trabajador no sólo recibiría el salario mínimo, sino que también tendría acceso al Seguro Social (por más malos que puedan ser, salvan muchas vidas y atienden a millones de mexicanos), al INFONAVIT (lo cual podría, eventualmente, darles acceso a una casita), tendrían cuenta en una AFORE, vacaciones pagadas de acuerdo a la Ley, y al menos 15 días de aguinaldo.

Todo lo anterior representa un sobre costo para las empresas respecto a los sueldos que pagan efectivamente al trabajador, sobre todo en los niveles más bajos, donde casi se duplica. La mayoría de las medianas y grandes empresas, e inclusive algunas pequeñas, tienen prestaciones muy superiores a los mínimos marcados por la Ley, pagan transporte, subsidian la comida, entregan uniformes y calzado. En la empresa donde yo trabajo, el salario más bajo es del orden de 2.5 salarios mínimos, y el más alto es del orden de 6 salarios mínimos. Sin embargo, para la empresa el sobre costo es de un 60% cuando ya se incluye el IMSS, INFONAVIT, AFORE, 2% sobre nomina, aguinaldos, vacaciones, y el resto de prestaciones. Es muy fácil culpar a las empresas, a los patrones, como la causa única de los bajos salarios, pero las verdaderas causas raíz son otras. Aquí en Monterrey es muy rara la empresa que pague como salario inicial menos del equivalente a dos salarios mínimos. No deja de ser un sueldo bajo, pero es una entrada fija de dinero y trae muchos otros beneficios. Desde luego que hay gente que puede ganar más dinero en la informalidad, en un crucero, en la calle, sin embargo viven con la incertidumbre, padeciendo ciclos de bonanza y de escasez, pero sobre todo, temiendo que no llegue un accidente o enfermedad grave que los deje en la completa miseria o los lleve al panteón.

Por otro lado, en los últimos años los incrementos a los salarios mínimos, que sirven principalmente como referencia para los incrementos contractuales en la gran mayoría de las empresas en el país, han sido ligera pero definitivamente superiores a la inflación. Y he aquí la principal y verdadera causa raíz de los bajísimos salarios en México, la devoradora del poder adquisitivo: la inflación. Hoy, a más de 10 años de distancia, ya pocos recuerdan las inflaciones de 2 y hasta 3 dígitos. En mis inicios como trabajador, allá por el 1996, todavía me tocaron aumentos generalizados para dizque “ajustar” a la inflación. Sin embargo, esos aumentos de sueldo siempre iban atrás de los incrementos a los precios de productos y servicios. ¿Cómo se pueden compensar los incrementos casi diarios a productos y servicios con 2 o 3 aumentos al salario en un año? Los trabajadores siempre perdimos.

Lo que la mayoría no entiende, y quienes sí lo entienden no lo explican, es que los salarios son un precio más de la canasta de productos y servicios en una economía. El sueldo es el precio por el trabajo realizado. Cada trabajador, cada obrero, técnico, ingeniero, licenciado, gerente, médico, abogado, maestro, policía, burócrata, es un componente más de toda la economía. Todos los individuos nos comportamos como una mini micro empresa que produce algo (mano y/o mente de obra) y que la vendemos (sueldo) al mejor postor (empresa o patrón). Si a todos nos aumentaron el sueldo por decreto (como muchos populistas y demagogos quieren hacer creer a la población que es posible hacer, sobre todo ahora en época de elecciones), es decir, si el precio que se paga por el trabajo realizado aumentara de la noche a la mañana para todos, ¿qué creen que pasaría? ¿Seguiría la economía funcionando igual? Claro que no. Al día siguiente, si no es que en la tarde de esa mañana en que se hiciera “justicia social” al “oprimido pueblo mexicano”, los precios de todos los otros bienes y servicios producidos y comercializados en territorio nacional aumentarían en una proporción igual o superior a los salarios. La felicidad nos duraría unas cuantas horas.

Hay dos razones básicas por las que un aumento generalizado a los salarios, muy por arriba de la inflación, generaría una espiral inflacionaria. La primera es muy simple, los patrones, las empresas, trasladarían ese incremento en su nómina al producto o servicio que comercializan. De no hacerlo la empresa quebraría, nadie puede vender por debajo del costo de producción (al menos no por mucho tiempo o sin subsidios gubernamentales de por medio). Quizá algunas empresas absorberían parte del incremento de los salarios disminuyendo sus utilidades, sobre todo si el mercado en el que se encuentran es muy competido y la demanda de su producto es muy sensible al precio, pero no podrían absorberlo todo. Eventualmente todo el sector tendería a aumentar los precios. Otra manera de absorber el impacto del incremento en la nómina es con un incremento igual o superior en productividad, que los trabajadores hagan más con iguales o menores recursos (tiempo, materia prima, etc.), sin embargo la productividad no se puede incrementar por decreto (como espero que tampoco se vuelva a hacer con los salarios), requiere tiempo e inversiones en equipo y capacitación. Otra forma de evitar que un incremento de sueldos repercuta en un incremento en el precio de los bienes y servicios: cerrar la empresa y llevársela a otro país donde la mano de obra sea más barata.

La segunda razón por la que un incremento generalizado, por decreto, de los salarios generaría una espiral inflacionaria (como ya pasó en los 70’s, 80’s y 90’s) es que siempre la demanda de cualquier producto o servicio es mucho más elástica que la oferta. En otras palabras, la demanda puede subir o bajar muy rápido, casi instantáneamente, pero la capacidad instalada (la oferta) de una fábrica, de una empresa que presta un servicio, no. Aumentar la capacidad de producción lleva mucho tiempo, semanas, meses y hasta años. Al aumentar los sueldos de manera desproporcionada generaría un exceso de circulante (dinero disponible para gastar, para comprar bienes y servicios) de la noche a la mañana, obviamente la demanda de bienes y servicios se incrementaría en la misma proporción (sobre todo si no hay una cultura del ahorro, por tantos años de sobrevivir con sueldos bajos, lo que menos se piensa es en ahorrar), la oferta sería la misma, y ese diferencial entre oferta y demanda causaría un incremento natural en los precios, nunca falta quién ofrezca pagar más con tal de quedarse con el producto escaso y que todos quieren ( ¿o de qué creen que viven los revendedores de boletos de fútbol y de conciertos?).

Durante los 70’s, esa época “dorada” para algunos políticos actuales, se gestaron las crisis inflacionarias que sufrimos en los últimos 30 años, principalmente en los 80’s. En ésa “docena trágica” (1970-1982) los gobiernos populistas de Echeverría y sobre todo de José López Portillo, aumentaron los sueldos y prestaciones, principalmente de burócratas y trabajadores de paraestatales, sin que existiera un aumento en la productividad, al contrario, la burocracia “engordó” significativamente. Lo peor del caso es que el dinero para pagar esos altos salarios salió de deuda externa (respaldada con exportaciones futuras de petróleo suponiendo que los precios permanecerían altos por siempre, hipotecando el futuro, nuestro presente) y de la generación, sin respaldo, de dinero; se echó a andar la maquinita que imprime dinero, sin respaldo (¡que bueno que hoy el Banco de México es autónomo! y ojalá otras instituciones del Estado se vuelvan autónomas pronto aunque a algunos políticos actuales digan que es para “amarrarles las manos”). Hubo tanto dinero en la economía, en una economía cerrada, en la cual no se permitían las importaciones, que la oferta de productos y servicios se quedó corta. La espiral inflacionaria no se hizo esperar, era algo natural. Todo esto que he descrito lo enseñan en el primer mes del curso básico de Economía en casi todas las universidades, pero hay políticos, candidatos a Presidente de México, que reprobaron al menos dos veces esa materia, y la verdad no se sabe si la aprobó alguna vez o cómo la pasó. Por si alguien no se ha dado cuenta de quién hablo, me refiero a Andrés Manuel López Obrador.

El crecimiento económico de un país, de una economía, no se dará nunca por decreto, mucho menos por capricho. Aumentar el “gasto social”, sobre todo respaldado por deuda porque no habrá otra forma de aumentar los ingresos del Estado sin una reforma fiscal integral, ocasionará una crisis inflacionaria. La mejor forma de reducir la pobreza es a través de la generación de empleos. Por eso es importante el métrico del crecimiento del PIB, pues nos dice si la economía esta creciendo y a que velocidad. Si la economía crece más rápido que el crecimiento de la población significa que se están creando más empleos. Si el crecimiento de la economía es alto y sostenido por un largo periodo de tiempo se alcanzará un punto conocido como “pleno empleo”. Si una ciudad, estado o país alcanzan el pleno empleo, los salarios empezarán a subir pues la oferta de empleo (vacantes) será mayor que la demanda (gente buscando trabajo). Ese fenómeno ya se ha dado de forma aislada en algunas ciudades de México, como Juárez y Monterrey a finales de los 90’s. Éste fenómeno también obliga a las empresas, y a los individuos, a ser más productivos, a generar más con menos recursos. Se genera un círculo virtuoso que puede llegar a ser autosuficiente, pues al existir pleno empleo y salarios crecientes, el mercado interno de fortalece. El dinero disponible en la economía aumenta pero de una manera continua y controlada, lo cual permite que la oferta de bienes y servicios pueda adaptarse a ese crecimiento de la demanda. De igual forma, si la economía es abierta, es decir, se permite la libre importación de productos, eso también amortigua el crecimiento de la demanda, no dejando que la inflación crezca.

El gobierno nunca podrá tener los recursos suficientes para ser el motor de una economía, al menos no por un periodo de tiempo largo. Los ingresos del gobierno salen de los impuestos de quienes estamos en la economía formal, por lo que siempre tendrán esa limitante, tienen un techo. Aumentar impuestos, sobre todo el ISR a empresas e individuos, ocasiona que disminuya o hasta desaparezca la inversión productiva, la que genera empleos. Aunque para algunos sea paradójico, aumentar impuestos disminuye los ingresos del gobierno en el mediano y largo plazo. Todas las inversiones, desde un puesto de tacos hasta las de cientos de millones de dólares de una trasnacional se hacen para obtener rendimientos (ganancias) mayores a las que se obtendrían con el dinero en un banco. Sobra decir que cualquier negocio, empresa, tiene su riesgo. Las cosas pueden salir mal y el inversionista puede perder su dinero (así sea un puesto de tacos, acciones en la bolsa, o una fábrica de autos). Por eso, un ahorrador (el que tiene el capital) nunca invertirá en un negocio si los rendimientos esperados no son significativamente mayores a los que obtendría con el dinero en algún banco.

Si la inversión en una empresa nueva va a ser financiada con un crédito, las ganancias esperadas de ese negocio deben no sólo ser mayores a las esperadas de un banco, sino que deben ser suficientes para pagar los intereses del préstamo. Y las utilidades de las que estamos hablando son DESPUÉS de impuestos. En resumen, cualquier negocio, desde un puesto de tacos hasta una fábrica de cientos de trabajadores, debe generar suficientes recursos (utilidades brutas) para cubrir básicamente 4 cosas: los rendimientos reales que se obtendrían si se invirtiera en algún documento de renta fija disponible en el mercado, mas los intereses del préstamo solicitado para iniciar el negocio, mas los impuestos, y mas un remanente de utilidades para el accionista que justifiquen el riesgo de la operación y aumenten su capital. Esta es la verdadera razón, la causa raíz de porque no hay suficiente inversión productiva, generación de empleos, en México: las tasas de interés, los impuestos y el riesgo son todavía muy altos que sólo pocos proyectos son financieramente rentables como para invertir. Esto también es causa de que muchos empresarios inicien empresas pero sólo para “ordeñarlas”, maximizar los rendimientos en un periodo de tiempo muy corto, pues la incertidumbre es tal, que no sabes si el año que entra te aumentarán los impuestos o que pasará en el país. Urge una reforma fiscal integral que incentive la inversión (menos ISR) y controle el consumo (IVA generalizado, sin exenciones y excepciones).

Estimado(a) lector(a), ¿te has preguntado cuál de los 3 candidatos a la Presidencia está ofreciendo una solución realista y viable para incrementar el empleo, los salarios y la economía del país? El futuro del país está en manos de nosotros, de los electores. Votemos con la cabeza, no con el corazón o las tripas.