Comentarios sobre México y sus políticos

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jueves, enero 05, 2006

SALARIO MÍNIMO Y CRECIMIENTO ECONÓMICO

En el pasado mes de diciembre, justo antes del periodo vacacional, se dieron a conocer los incrementos a los salarios mínimos en las 3 zonas en las que se divide, para tal efecto, el país. Los nuevos mini-salarios, que se hicieron efectivos el pasado 1º de enero, pasaron de 46.80 a 48.67 pesos en la zona A, de 45.35 a 47.16 pesos en la zona B, y de 44.05 a 45.81 pesos en la zona C. La mayoría de los medios de comunicación, electrónicos y escritos, así como políticos y analistas dedicaron amplios espacios para criticar el magro aumento. Se enfocaron en lo obvio: un sueldo de $340.69 pesos por semana (zona A) es insuficiente para cubrir todas las necesidades de una familia. Sin embargo, creo que es necesario hacer un análisis más profundo de este tema antes de recurrir al simplismo barato para descalificar al de enfrente sin ganas de abordar el tema objetivamente para buscar una solución de raíz al problema de los bajos salarios en México.

En el 2000, el 53.7% de los mexicanos eran pobres, de los cuales casi la mitad (24.2% del total de la población) vivían en la miseria. Para el 2004, estas cifras se habían reducido a 47 y 17.3% respectivamente. Hay que aclarar que dicha reducción se logró no por una mejoría sustancial en la economía del país, sino por un incremento en el gasto gubernamental (programa Oportunidades, principalmente) y sobre todo por un incremento significativo de las remesas de los mexicanos que trabajan en EU. Muchos se quejan de los salarios mínimos, sobre todo los “intelectuales”, “analistas políticos”, y políticos de oposición, de su insuficiencia, pero hay que puntualizar que la gran mayoría, por no decir todos, de los mexicanos en la miseria, así como una buena parte de quienes están en la pobreza, no tienen acceso a un puesto de trabajo formal donde, al menos, les paguen el mínimo. Y es que en un empleo formal, el trabajador no sólo recibiría el salario mínimo, sino que también tendría acceso al Seguro Social (por más malos que puedan ser, salvan muchas vidas y atienden a millones de mexicanos), al INFONAVIT (lo cual podría, eventualmente, darles acceso a una casita), tendrían cuenta en una AFORE, vacaciones pagadas de acuerdo a la Ley, y al menos 15 días de aguinaldo.

Todo lo anterior representa un sobre costo para las empresas respecto a los sueldos que pagan efectivamente al trabajador, sobre todo en los niveles más bajos, donde casi se duplica. La mayoría de las medianas y grandes empresas, e inclusive algunas pequeñas, tienen prestaciones muy superiores a los mínimos marcados por la Ley, pagan transporte, subsidian la comida, entregan uniformes y calzado. En la empresa donde yo trabajo, el salario más bajo es del orden de 2.5 salarios mínimos, y el más alto es del orden de 6 salarios mínimos. Sin embargo, para la empresa el sobre costo es de un 60% cuando ya se incluye el IMSS, INFONAVIT, AFORE, 2% sobre nomina, aguinaldos, vacaciones, y el resto de prestaciones. Es muy fácil culpar a las empresas, a los patrones, como la causa única de los bajos salarios, pero las verdaderas causas raíz son otras. Aquí en Monterrey es muy rara la empresa que pague como salario inicial menos del equivalente a dos salarios mínimos. No deja de ser un sueldo bajo, pero es una entrada fija de dinero y trae muchos otros beneficios. Desde luego que hay gente que puede ganar más dinero en la informalidad, en un crucero, en la calle, sin embargo viven con la incertidumbre, padeciendo ciclos de bonanza y de escasez, pero sobre todo, temiendo que no llegue un accidente o enfermedad grave que los deje en la completa miseria o los lleve al panteón.

Por otro lado, en los últimos años los incrementos a los salarios mínimos, que sirven principalmente como referencia para los incrementos contractuales en la gran mayoría de las empresas en el país, han sido ligera pero definitivamente superiores a la inflación. Y he aquí la principal y verdadera causa raíz de los bajísimos salarios en México, la devoradora del poder adquisitivo: la inflación. Hoy, a más de 10 años de distancia, ya pocos recuerdan las inflaciones de 2 y hasta 3 dígitos. En mis inicios como trabajador, allá por el 1996, todavía me tocaron aumentos generalizados para dizque “ajustar” a la inflación. Sin embargo, esos aumentos de sueldo siempre iban atrás de los incrementos a los precios de productos y servicios. ¿Cómo se pueden compensar los incrementos casi diarios a productos y servicios con 2 o 3 aumentos al salario en un año? Los trabajadores siempre perdimos.

Lo que la mayoría no entiende, y quienes sí lo entienden no lo explican, es que los salarios son un precio más de la canasta de productos y servicios en una economía. El sueldo es el precio por el trabajo realizado. Cada trabajador, cada obrero, técnico, ingeniero, licenciado, gerente, médico, abogado, maestro, policía, burócrata, es un componente más de toda la economía. Todos los individuos nos comportamos como una mini micro empresa que produce algo (mano y/o mente de obra) y que la vendemos (sueldo) al mejor postor (empresa o patrón). Si a todos nos aumentaron el sueldo por decreto (como muchos populistas y demagogos quieren hacer creer a la población que es posible hacer, sobre todo ahora en época de elecciones), es decir, si el precio que se paga por el trabajo realizado aumentara de la noche a la mañana para todos, ¿qué creen que pasaría? ¿Seguiría la economía funcionando igual? Claro que no. Al día siguiente, si no es que en la tarde de esa mañana en que se hiciera “justicia social” al “oprimido pueblo mexicano”, los precios de todos los otros bienes y servicios producidos y comercializados en territorio nacional aumentarían en una proporción igual o superior a los salarios. La felicidad nos duraría unas cuantas horas.

Hay dos razones básicas por las que un aumento generalizado a los salarios, muy por arriba de la inflación, generaría una espiral inflacionaria. La primera es muy simple, los patrones, las empresas, trasladarían ese incremento en su nómina al producto o servicio que comercializan. De no hacerlo la empresa quebraría, nadie puede vender por debajo del costo de producción (al menos no por mucho tiempo o sin subsidios gubernamentales de por medio). Quizá algunas empresas absorberían parte del incremento de los salarios disminuyendo sus utilidades, sobre todo si el mercado en el que se encuentran es muy competido y la demanda de su producto es muy sensible al precio, pero no podrían absorberlo todo. Eventualmente todo el sector tendería a aumentar los precios. Otra manera de absorber el impacto del incremento en la nómina es con un incremento igual o superior en productividad, que los trabajadores hagan más con iguales o menores recursos (tiempo, materia prima, etc.), sin embargo la productividad no se puede incrementar por decreto (como espero que tampoco se vuelva a hacer con los salarios), requiere tiempo e inversiones en equipo y capacitación. Otra forma de evitar que un incremento de sueldos repercuta en un incremento en el precio de los bienes y servicios: cerrar la empresa y llevársela a otro país donde la mano de obra sea más barata.

La segunda razón por la que un incremento generalizado, por decreto, de los salarios generaría una espiral inflacionaria (como ya pasó en los 70’s, 80’s y 90’s) es que siempre la demanda de cualquier producto o servicio es mucho más elástica que la oferta. En otras palabras, la demanda puede subir o bajar muy rápido, casi instantáneamente, pero la capacidad instalada (la oferta) de una fábrica, de una empresa que presta un servicio, no. Aumentar la capacidad de producción lleva mucho tiempo, semanas, meses y hasta años. Al aumentar los sueldos de manera desproporcionada generaría un exceso de circulante (dinero disponible para gastar, para comprar bienes y servicios) de la noche a la mañana, obviamente la demanda de bienes y servicios se incrementaría en la misma proporción (sobre todo si no hay una cultura del ahorro, por tantos años de sobrevivir con sueldos bajos, lo que menos se piensa es en ahorrar), la oferta sería la misma, y ese diferencial entre oferta y demanda causaría un incremento natural en los precios, nunca falta quién ofrezca pagar más con tal de quedarse con el producto escaso y que todos quieren ( ¿o de qué creen que viven los revendedores de boletos de fútbol y de conciertos?).

Durante los 70’s, esa época “dorada” para algunos políticos actuales, se gestaron las crisis inflacionarias que sufrimos en los últimos 30 años, principalmente en los 80’s. En ésa “docena trágica” (1970-1982) los gobiernos populistas de Echeverría y sobre todo de José López Portillo, aumentaron los sueldos y prestaciones, principalmente de burócratas y trabajadores de paraestatales, sin que existiera un aumento en la productividad, al contrario, la burocracia “engordó” significativamente. Lo peor del caso es que el dinero para pagar esos altos salarios salió de deuda externa (respaldada con exportaciones futuras de petróleo suponiendo que los precios permanecerían altos por siempre, hipotecando el futuro, nuestro presente) y de la generación, sin respaldo, de dinero; se echó a andar la maquinita que imprime dinero, sin respaldo (¡que bueno que hoy el Banco de México es autónomo! y ojalá otras instituciones del Estado se vuelvan autónomas pronto aunque a algunos políticos actuales digan que es para “amarrarles las manos”). Hubo tanto dinero en la economía, en una economía cerrada, en la cual no se permitían las importaciones, que la oferta de productos y servicios se quedó corta. La espiral inflacionaria no se hizo esperar, era algo natural. Todo esto que he descrito lo enseñan en el primer mes del curso básico de Economía en casi todas las universidades, pero hay políticos, candidatos a Presidente de México, que reprobaron al menos dos veces esa materia, y la verdad no se sabe si la aprobó alguna vez o cómo la pasó. Por si alguien no se ha dado cuenta de quién hablo, me refiero a Andrés Manuel López Obrador.

El crecimiento económico de un país, de una economía, no se dará nunca por decreto, mucho menos por capricho. Aumentar el “gasto social”, sobre todo respaldado por deuda porque no habrá otra forma de aumentar los ingresos del Estado sin una reforma fiscal integral, ocasionará una crisis inflacionaria. La mejor forma de reducir la pobreza es a través de la generación de empleos. Por eso es importante el métrico del crecimiento del PIB, pues nos dice si la economía esta creciendo y a que velocidad. Si la economía crece más rápido que el crecimiento de la población significa que se están creando más empleos. Si el crecimiento de la economía es alto y sostenido por un largo periodo de tiempo se alcanzará un punto conocido como “pleno empleo”. Si una ciudad, estado o país alcanzan el pleno empleo, los salarios empezarán a subir pues la oferta de empleo (vacantes) será mayor que la demanda (gente buscando trabajo). Ese fenómeno ya se ha dado de forma aislada en algunas ciudades de México, como Juárez y Monterrey a finales de los 90’s. Éste fenómeno también obliga a las empresas, y a los individuos, a ser más productivos, a generar más con menos recursos. Se genera un círculo virtuoso que puede llegar a ser autosuficiente, pues al existir pleno empleo y salarios crecientes, el mercado interno de fortalece. El dinero disponible en la economía aumenta pero de una manera continua y controlada, lo cual permite que la oferta de bienes y servicios pueda adaptarse a ese crecimiento de la demanda. De igual forma, si la economía es abierta, es decir, se permite la libre importación de productos, eso también amortigua el crecimiento de la demanda, no dejando que la inflación crezca.

El gobierno nunca podrá tener los recursos suficientes para ser el motor de una economía, al menos no por un periodo de tiempo largo. Los ingresos del gobierno salen de los impuestos de quienes estamos en la economía formal, por lo que siempre tendrán esa limitante, tienen un techo. Aumentar impuestos, sobre todo el ISR a empresas e individuos, ocasiona que disminuya o hasta desaparezca la inversión productiva, la que genera empleos. Aunque para algunos sea paradójico, aumentar impuestos disminuye los ingresos del gobierno en el mediano y largo plazo. Todas las inversiones, desde un puesto de tacos hasta las de cientos de millones de dólares de una trasnacional se hacen para obtener rendimientos (ganancias) mayores a las que se obtendrían con el dinero en un banco. Sobra decir que cualquier negocio, empresa, tiene su riesgo. Las cosas pueden salir mal y el inversionista puede perder su dinero (así sea un puesto de tacos, acciones en la bolsa, o una fábrica de autos). Por eso, un ahorrador (el que tiene el capital) nunca invertirá en un negocio si los rendimientos esperados no son significativamente mayores a los que obtendría con el dinero en algún banco.

Si la inversión en una empresa nueva va a ser financiada con un crédito, las ganancias esperadas de ese negocio deben no sólo ser mayores a las esperadas de un banco, sino que deben ser suficientes para pagar los intereses del préstamo. Y las utilidades de las que estamos hablando son DESPUÉS de impuestos. En resumen, cualquier negocio, desde un puesto de tacos hasta una fábrica de cientos de trabajadores, debe generar suficientes recursos (utilidades brutas) para cubrir básicamente 4 cosas: los rendimientos reales que se obtendrían si se invirtiera en algún documento de renta fija disponible en el mercado, mas los intereses del préstamo solicitado para iniciar el negocio, mas los impuestos, y mas un remanente de utilidades para el accionista que justifiquen el riesgo de la operación y aumenten su capital. Esta es la verdadera razón, la causa raíz de porque no hay suficiente inversión productiva, generación de empleos, en México: las tasas de interés, los impuestos y el riesgo son todavía muy altos que sólo pocos proyectos son financieramente rentables como para invertir. Esto también es causa de que muchos empresarios inicien empresas pero sólo para “ordeñarlas”, maximizar los rendimientos en un periodo de tiempo muy corto, pues la incertidumbre es tal, que no sabes si el año que entra te aumentarán los impuestos o que pasará en el país. Urge una reforma fiscal integral que incentive la inversión (menos ISR) y controle el consumo (IVA generalizado, sin exenciones y excepciones).

Estimado(a) lector(a), ¿te has preguntado cuál de los 3 candidatos a la Presidencia está ofreciendo una solución realista y viable para incrementar el empleo, los salarios y la economía del país? El futuro del país está en manos de nosotros, de los electores. Votemos con la cabeza, no con el corazón o las tripas.

1 Comments:

At 8:35 a.m., Blogger yop!!! said...

Por favor dividan sus entradas, el blog esta muy confuso, veran yo solo busco mi tarea, bueno como sea ps esta chido, sale la banda cuidense,,,,,,,,,,,,+++++++,,,,,,,,

 

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