Comentarios sobre México y sus políticos

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lunes, diciembre 12, 2005

PRESUPUESTO 2006 Y PEMEX

Por Dany Portales
12 de septiembre del 2005

La semana pasada el Presidente Fox presentó su propuesta de Ley de Ingresos y Egresos para el 2006 así como también “vetó” (regresó al Congreso con observaciones para su revisión) la reforma al régimen de PEMEX que en semanas pasadas había autorizado el Poder Legislativo. Como ya es costumbre desde el sexenio de Ernesto Zedillo, el Congreso y los partidos políticos de oposición se apresuraron a criticar por todos los lados posibles ambas acciones. La mayoría de los medios de comunicación y analistas políticos sólo se han limitado a difundir esas críticas sin realizar un análisis económico y financiero profundo del problema raíz que aqueja a las finanzas públicas. Los legisladores son unos hipócritas de primera, pues los verdaderos responsables de la parálisis del país son ellos, que no aprueban ninguna reforma, y lo poco que aprueban sólo es para su propio beneficio, como el aumento de más del 10% al presupuesto del Poder Legislativo.

Mucha gente me ha criticado en los últimos 5 años porque he atribuido la mayor culpa de la parálisis del país al Congreso y no tanto a Fox y su gabinetazo. Varios no me bajan de filo-foxista y panista. Nunca he negado que yo voté por Fox en el 2000 y que fui un promotor activo del “voto útil” que, sin el cual, no habría habido alternancia en Los Pinos, pero de eso a pasarle todo a Fox o considerarme militante del PAN hay mucha diferencia. En varias ocasiones, en este espacio, he criticado los terribles errores que Fox y su equipo han cometido, que no son pocos. El principal, para mi, es la debilidad que han mostrado para aplicar el Estado de Derecho, la ley, ante situaciones de presión de grupos minoritarios en detrimento del bien de la mayoría, como fue el caso de Atenco o el más reciente flaqueo con la publicación de la Ley Cañera que beneficia a un sector caciquil en perjuicio de los consumidores mexicanos. Sin embargo, desde mucho antes de las elecciones del 2 de julio del 2000, yo siempre tuve claro que los grandes cambios que requiere este país, los popularmente llamados estructurales, son responsabilidad casi única del Congreso, pues, todos y cada uno de ellos, requieren cambios profundos en nuestras leyes y en la Constitución. Ninguno de esos cambios sucederá por deseo o trabajo del Poder Ejecutivo, mucho menos con un Congreso mayoritariamente opositor.

De hecho, cuando he criticado al Congreso por no aprobar (y a veces ni siquiera discutir) alguna propuesta de Fox, no lo he hecho pensando que la iniciativas del Presidente son perfectas y deben o debieron aprobarse tal cual, sin modificarle ni una coma. No, los critico porque el Congreso en México tiene la capacidad de generar sus propias iniciativas, de crear las reformas sin esperar a que el Presidente les proponga algo o les diga el rumbo. A mi no me interesa que aprueben la reforma fiscal de Fox, o su propuesta energética o laboral, no, me interesa que se hagan cambios en esos temas, cambios progresistas, modernos, que generen el marco estructural que potencie el crecimiento y competitividad del país. Los partidos políticos de oposición, y sus representantes en el Congreso han hecho tal ruido en los medios, que todo lo han resumido como que al Presidente le faltó operación política, negociación, con el Legislativo. ¿Será? Las negociaciones, los acuerdos, nunca son unilaterales, siempre se dan entre dos o más personas o grupos. Si no hay acuerdos, compromisos, los responsables del fracaso son todos los participantes. Sin embargo, la mejor prueba para evidenciar que la mayor responsabilidad del fracaso ha estado del lado del Congreso se da en un tema de forma y no de fondo, en un asunto que nada tiene que ver el Presidente y que sólo atañe al Legislativo: La reforma a su Ley Orgánica y el formato de los informes presidenciales.

Todos los años leemos y escuchamos las críticas de los partidos de oposición sobre el formato del informe, su obsolescencia. Este año no fue la excepción y la novedad es que el Presidente no dio un informe sino un discurso político y todos ofendidos, que “dónde estuvo el informe” y no se cuantas necedades más. ¿Por qué, si todos están de acuerdo en que el formato del informe presidencial ya no responde a la situación actual del país, de la pluralidad política, no se ha reformado la Ley Orgánica del Congreso para permitir que el Presidente asista a escuchar los planteamientos de todos los grupos parlamentarios? ¿Por qué el Congreso no modifica esos reglamentos para exigirle al Ejecutivo que tiene que dar un informe como debe de ser, con cifras reales, buenas y malas, y que responda preguntas directas de los legisladores? Todo esto esta a discusión también desde la segunda mitad del sexenio zedillista y ya mero se acaba el de Fox y todo sigue igual. Para mi es más que evidente que el problema de falta de acuerdos, de inoperancia política, de ineptitud, de excesivos intereses particulares y de grupo está mucho más fuerte entre los legisladores que en el Presidente. De hecho, siendo estrictos legalmente hablando, el Presidente de México tiene muy poco poder, tiene un margen de acción sumamente acotado, casi sólo se limita a ejecutar lo que el Congreso le ordene. Lo que pasa es que históricamente estamos acostumbrados a un presidencialismo exacerbado, con un Congreso mayoritariamente leal y subordinado al Ejecutivo, por lo que todo mundo cree que lo bueno o lo malo que sucede en éste país, lo que se hace o se deja de hacer, es responsabilidad del Presidente. Ya no es así.

Por eso me parece ridículo que los Legisladores ahora se sientan ofendidos porque se “vetó” la reforma del régimen fiscal de PEMEX. Sin lugar a dudas se requiere dicha reforma, eso no esta a discusión. El problema radica que no se puede cancelar o disminuir ese ingreso a las arcas federales sin compensarlo de alguna forma o reduciendo drásticamente el gasto. Buena parte de los problemas que México tiene y que requieren recursos económicos para su solución son interdependientes, es decir, no se podrán solucionar de manera independiente, pues asignarle recursos a algo repercute en la disminución a otro rubro. Esto no lo han podido o querido entender los políticos, los legisladores y por eso muy poco se ha hecho para realizar los cambios estructurales.

Por ejemplo, el problema puntual de los altos precios del gas natural que están afectando a muchas empresas y familias. Desde 1992 el gobierno usa una fórmula para fijar el precio del gas natural para cada mes conforme a la cotización promedio de los últimos 10 días del mes anterior en Texas. Hace 10 años cuando los precios del petróleo estaban por los suelos, nadie se quejaba, todo mundo estaba contento pues el precio del gas era barato. Sin embargo, los energéticos son muy volátiles, y en la presente década los precios han tendido a la alza. Ahora todos se quejan, quieren subsidios o que PEMEX cambie la fórmula. Aunque PEMEX importa mucho gas natural a precios del sur de Texas, la mayor parte del hidrocarburo se produce en México y el costo promedio de producción es, estos momentos, aproximadamente 4 veces menor al precio al que se venderá a los industriales y a los hogares en el país. A primera vista todo indica que si se puede reducir “artificialmente” o por decreto el precio. Sin embargo, cualquier reducción que se proponga, impactará los ingresos de PEMEX y también los de la SHCP. De igual forma no se pueden reducir los precios de los otros combustibles (gasolina y diesel) nada más por decreto. El gobierno hizo un presupuesto y cuenta con esos ingresos. No se puede reducir los precios sin compensar a Hacienda por otro lado. Los burócratas como quiera exigen sus sueldos cada quincena (libre de impuestos nada mas a ellos) sin retrazo, ¿verdad? En resumen, no se pueden hacer esas reformas (ni proponerlas y quien lo haga es un populista demagogo) a precios o esquemas de tarifas públicas sin realizar una reforma fiscal integral primero.

Hoy algunos hasta afirman que se esta ordeñando a PEMEX, que no estamos invirtiendo en el futuro, y están en lo correcto. Pero el problema no es de ahora, sino que viene desde la década de los 70’s cuando los gobiernos priístas, populistas y demagógicos de esa época que redujeron los impuestos, crearon muchas áreas en la economía protegidas, subsidiadas, dieron jugosas prerrogativas a los burócratas y trabajadores de paraestatales, con tal de mantener el control sobre el país. Cegados con la repentina abundancia petrolera, usaron esos ingresos extraordinarios para cubrir gasto corriente, lo cual fue una locura. Dicha estructura fiscal sigue hasta nuestros días, donde más del 30% de los ingresos del gobierno vienen de PEMEX. El 100% del gasto corriente debería ser cubierto única y exclusivamente con la recaudación por el IVA y por el ISR. Así debe empezar a diseñarse la reforma fiscal. Los recursos de PEMEX deberían de usarse única y exclusivamente para inversión en infraestructura (carreteras, puentes, aeropuertos, puertos, etc.), en inversión en educación (escuelas, equipo, libros, etc.) y en investigación y nuevas tecnologías (ciencia y tecnología, energía no renovable, etc.). ¿Acaso estoy descubriendo el hilo negro? ¿Por qué a los legisladores no se les ocurren ideas como esta?

No, ellos están preocupados por quién será el candidato en su partido rumbo al 2006. Se preocupan en que beneficio podrán sacar del presupuesto para su grupo de poder o sindicato el próximo año. Están preocupados en como darle en la torre al partido en turno en el poder para maximizar sus oportunidades de ganar en las elecciones. Mientras el sistema de partidos en México, mientras la Ley electoral y la Constitución privilegien a los partidos políticos como los únicos con acceso al poder, mientras no haya una reforma que minimice la partidocracia este país seguirá condenado al retraso, a la mediocridad, al tercermundismo. Urge que los legisladores rindan cuentas a sus electores de cómo votan en el Congreso y la reelección es una buena forma para ello. Urge que existan más legisladores independientes, sin lazos partidistas. Que cualquier ciudadano con arraigo en su distrito pueda postularse para diputado local o federal. Urge que los legisladores plurinominales no sean asignados por las cúpulas partidistas por medio de una lista donde se reparten huesos sino que sean escogidos entre los segundos y terceros lugares de los 300 distritos del país. Sin éstos y otros cambios el Congreso seguirá siendo un botín de los partidos políticos y la verdad no importará gran cosa quien gane la presidencia en el 2006. Para más información favor de visitar la página: www.anula-tu-voto.org.mx