¿Cuál era la otra opción?
Dice Lucrecia Lozano, en su columna de hoy en El Norte, que la estrategia de Calderón contra el crimen organizado fracasó. Si la quiere medir con la reducción del consumo de drogas o que no haya enfrentamientos públicos quizá tenga razón. Pero como muchos otros que han criticado el uso de las fuerzas armadas no propone nada como opción alternativa. ¿Cómo esperaba ella que se detuvieran a los convoys de sicarios que recorrían y recorren las calles y carreteras del país? ¿Con las policías estatales y municipales que están infiltradas y rebasadas?
Si, con más y mejor educación y más empleo se puede bajar el índice de criminalidad, pero mientras tanto ¿qué se supone que debía hacer el Gobierno Federal mientras los gobernadores miran hacia otro lado? Más de 5 años han pasado y no se ha terminado de depurar a las policías. Como ciudadano del Noreste del país el uso intensivo de las Fuerzas Armadas contra el crimen organizado fue un acierto y deben seguir apoyando en esa tarea. ¿Hasta cuándo? Hasta que efectivamente se depuren a todas las policías del país.
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